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Articles by Katara Patton

Viajar livianos

Santiago realizó un audaz viaje de 2.000 kilómetros por la costa oeste de Estados Unidos en bicicleta. Un amigo mío se encontró con el ambicioso ciclista a unos 1.500 kilómetros de donde había empezado. Como se enteró de que le habían robado el equipo de campamento, le ofreció su manta y un suéter, pero Santiago no lo quiso. Dijo que, a medida que iba avanzando hacia el sur y a un clima más templado, tenía que empezar a deshacerse de cosas. Y cuanto más se acercaba a su destino, más cansado estaba, así que tenía que reducir el peso que llevaba.

Las movidas de Dios

Me encanta jugar Scrabble. Una vez, mis amigos le pusieron mi nombre a una jugada: «Katara». Iba perdiendo todo el tiempo, pero al final —sin más fichas para tomar— puse una palabra de siete letras. Eso significó que la partida había terminado: recibí un bono de 50 puntos más la suma de las fichas que les quedaban a todos mis adversarios, y pasé del último lugar al primero. Ahora, cada vez que jugamos y alguien va último, se acuerdan y mantienen la esperanza de hacer una «Katara».

Jesús está aquí

Mi anciana tía abuela yacía enferma en su cama. Tenía una sonrisa en el rostro; su cabello canoso rodeaba su cabeza y las arrugas cubrían sus mejillas. No hablaba mucho, pero todavía recuerdo las pocas palabras que dijo cuando mis padres la visitaron. Susurró: «No me siento sola. Jesús está aquí conmigo».

Terminar con fuerza

Cuando estoy por completar los 40 minutos de ejercicios, casi puedo garantizar que mi instructor gritará: «¡Terminen con fuerza!». Todos los entrenadores personales o grupales que he conocido usan esta frase poco antes de finalizar. Saben que el final del ejercicio es tan importante como el principio, y que el cuerpo humano tiende a bajar el ritmo o aflojar cuando ha estado en movimiento por un tiempo.

Consejo sabio

Mientras asistía al seminario, trabajaba a tiempo completo, hacía un turno de capellanía y una pasantía en una iglesia. Mi padre me dijo: «Vas a sufrir un colapso». No le hice caso, pensando que él era de otra generación y no entendía sobre establecer metas.

Recuperar nuestro tiempo

Mi madre me contó que había decidido no ir a la universidad para poder casarse con mi padre, pero siempre se aferró a su sueño de convertirse en profesora de economía doméstica. Tres hijos más tarde, aunque nunca obtuvo un título universitario, llegó a ser auxiliar nutricionista del sistema de salud del estado de Luisiana. Elaboraba platos para mostrar opciones de comidas más saludables; algo muy parecido a enseñar economía doméstica. Cuando me compartió su sueño, proclamó que Dios ciertamente había escuchado sus oraciones y le había dado los deseos de su corazón.

Seguir al líder

Sin palabras, solo música y movimiento. Durante 24 horas, en medio de la pandemia de COVID-19, miles de personas de todo el mundo participaron de una maratón de Zumba. Esos individuos diversos pudieron moverse juntos sin barreras de idiomas. ¿Por qué? Porque los instructores del ejercicio, creado a mediados de la década de 1990 por un colombiano, usaban señales no verbales para comunicarse. Los líderes se movían, y los alumnos los seguían, sin pronunciar palabras ni gritar.

La rueda del alfarero

En 1952, para prevenir que personas descuidadas rompieran artículos en una tienda, el dueño de un local en Miami Beach colocó un cartel que decía: «Lo rompes, lo pagas». Esta frase pegadiza era una advertencia para los clientes. Ahora, también se puede ver en muchas boutiques.

La pantalla mágica y el perdón

La pequeña caja rectangular era mágica. Cuando era niña, podía estar horas jugando con ella. Girando una perilla, creaba líneas horizontales en la pantalla. Giraba otra y… listo: una vertical. Cuando giraba las dos juntas, podía hacer diseños creativos en todas las direcciones. Pero lo verdaderamente mágico era cuando la ponía boca abajo, la sacudía un poco y la volvía a enderezar. La pantalla aparecía en blanco, ofreciéndome la oportunidad de crear un nuevo diseño.